Poema de Eduardo Santos |
Elena Poniatowska Todos los testimonios coinciden en que la repentina aparición de luces de bengala en el cielo de la Plaza de las Tres Culturas de la Unidad habitacional Nonoalco-Tlatelolco desencadenó la balacera que convirtió el mitin estudiantil del 2 de octubre en la tragedia de Tlatelolco. A las cinco y media del miércoles 2 de octubre de 1968, aproximadamente diez mil personas se congregaron en la explanada de la Plaza de las Tres Culturas para escuchar a los oradores estudiantiles del Consejo Nacional de Huelga, los que desde el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua se dirigián a la multitud compuesta en su gran mayoría por estudiantes, hombres y mujeres, niños y ancianos sentados en el suelo, vendedores ambulantes, amas de casa con niños en brazos, habitantes de la Unidad, transeúntes que se detuvieron a curiosear, los habituales mirones y muchas personas que vinieron a darse una “asomadita”. El ambiente era tranquilo a pesar de que la policía, el ejército y los granaderos habian hecho un gran despliegue de fuerza. Muchachos y muchachas estudiantes repartían volantes, hacían colectas en botes con las siglas CNH, vendían periódicos y carteles, y, en el tercer piso del edificio, además de los periodistas que cubren las fuentes nacionales había corresponsales y fotógrafos extranjeros enviados para informar sobre los Juegos Olímpicos que habrían de iniciarse diez días más tarde. Hablaron algunos estudiantes: un muchacho hacía las presentaciones, otro de la UNAM, dijo: “El Movimiento va a seguir a pesar de todo”, otro del IPN: “... se ha despertado la conciencia civica y se ha politizado a la familia mexicana”; una muchacha, que impresioné por su extrema juventud, habló del papel de las brigadas. Los oradores atacaron a los políticos, a algunos periódicos, y propusieron el boicot contra el diario "El Sol". Desde la rampa del tercer piso vieron cómo hacía su entrada un grupo de trabajadores que portaba una manta: “Los ferrocarrileros apoyamos el Movimiento y desconocemos las pláticas Romero Flores-GDO.” Este contingente obrero fue recìbido con aplausos. El grupo de ferrocarrileros anunció paros escalonados desde “mañana 3 de octubre en apoyo del Movimiento Estudiantil”. Cuando un estudiante apellidado Vega
anunciaba que la marcha programada al Casco de Santo Tomás del
Instituto Politécnico Nacional no se iba a llevar a cabo, en vista del
despliegue de fuerzas públicas y de la posible represión, surgieron en
el cielo las luces de bengala que hicieron que los concurrentes
dirigieran automáticamente su mirada hacia arriba. Se oyeron los
primeros disparos. La gente se alarmó. A pesar de que los líderes del
CNH desde el tercer piso del edificio Chihuahua, gritaban por el
magnavoz: “¡No corran compañeros, no corran, son salvas!… ¡No se
vayan, no se vayan, calma!”, la desbandada fue general. Todos huían
despavoridos y muchos caían en la plaza, en las ruinas prehispánicas
frente a la iglesia de Santiago Tlatelolco. Se oía el fuego cerrado y
el tableteo de ametralladoras. A partir de ese momento, la Plaza de las
Tres Culturas se convertió en un infierno. |
Vicente Saldaña Flores ESIME Claro que había cuates que decían que había que aprovechar las Olimpiadas, la cantidad de público para exponer nuestros problemas y claro que nosotros teníamos conciencia de ser la nota disidente, la mancha que estropea la imagen, como cuando el presidente va a un pueblo y entre las mantas de “Bienvenido” y “Muchas Gracias” aparece una que dice: “No tenemos agua, no tenemos luz.” Nosotros éramos la voz discordante dentro del coro de los elogios pero de allí a querer sabotearlo todo, ¡hay un largo trecho! ¡Y de allí a lograrlo hay otro más aún! Es más, dentro del montón de chavos
–porque había unos cuantos entendidos pero los demás no eran sino
montoneros– la desunión y la inconsciencia llegó a tal grado que
después del 2 de octubre hubo muchos cuates, mucha raza, que si no
asistió a los Juegos cuando menos los vieron por televisión. ¡Y esto
a mí me revuelve el estómago! Pensar que podían ver los actos sobre
el cadáver de los compañeros muertos y sobre los miles de
desaparecidos que sabíamos encarcelados pero de los que no teníamos
seguridad. ¡Y allí estaban los tarados aplaudiéndole al sargente
Pedraza! ¡Qué aguante el de la raza! |
HAY QUE ODIAR CON AMOR REVOLUCIONARIO Che Guevara Citado en un cartel en el muro de la Facultad de Ciencias Políticas
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Oriana Fallaci corresponsal de "L'Europeo", en su cuarto del Hospital Francés No, no voy a dar ninguna entrevista, ninguna, no después de lo que me pasó; me han disparado, me han robado mi reloj, me dejaron desangrarme ahí en el suelo del Chihuahua, me negaron el derecho a llamar a mi embajada... Quiero que la delegación italiana se retire de los Juegos Olimpicos; es lo menos que pueden hacer. Mi asunto va a ir al Parlamento, el mundo entero se va a enterar de lo que pasa en México, de la clase de democracia que impera en este país, el mundo entero. ¡Qué salvajada! Yo he estado en Vietnam y puedo asegurar que en Vietnam durante los tiroteos y los bombardeos (también en Vietnam señalan los sitios que se van a bombardear con luces de bengala) hay barricadas, refugios, trincheras, agujeros, qué sé yo, a donde correr a guarecerse. Aquí no hay la más remota posibilidad de escape. Al contrario. Yo estaba tirada boca abajo en el suelo y cuando quise cubrir mi cabeza con mi bolsa para protegerme de las esquirlas un policía apuntó el cañon de su pistola a unos centímetros de mi cabeza: “No se mueva.” Yo veía las balas incrustarse en el piso de la terraza a mi alrededor. También vi cómo la policía arrastraba de los cabellos a estudiantes y a jóvenes y los arrestaban. Vi a muchos heridos, mucha sangre, hasta que me hirieron a mí y permanecí tirada en un charco de mi propia sangre durante cuarenta y cinco minutos. Un estudiante junto a mí repetía: “Valor Oriana, valor.” La policía jamás atendió a mi petición: “Avísenle a mi embajada, avísenle a mi embajada.” Todos se negaron hasta que una mujer me dijo: “Yo voy a hacerlo.” He llamado a mi
hermana que sale hoy en avión, he llamado a Londres, a Paris, a Nueva
York, a Roma. Hoy en la mañana cuando me llevaron a rayos X unos
periodistas me preguntaron qué hacía en Tlatelolco: ¿Qué hacía,
Dios mío? Mi trabajo. Soy una periodista profesional. Tuve contacto con
los líderes del Consejo Nacional de Huelga porque el Movimiento es lo más
interesante que sucede ahora en su país. Los estudiantes me hablaron el
viernes a mi hotel y me dijeron que habría un gran mitin en la Plaza de
las Tres Culturas el miércoles 2 de octubre a las cinco de la tarde.
Como no conocía la Plaza y sé que es un centro arqueológico pensé
combinar las dos cosas. Por eso fui. Desde que llegué a México me llamó
la atención la lucha de los estudiantes contra la represión policiaca.
Me asombran también las noticias en sus periódicos. ¡Qué malos son
sus periódicos, qué timoratos, qué poca capacidad de indignación!
¡Qué Olimpiadas ni qué nada! Apenas me den de alta en este hospital,
me largo. |
Francisco Martínez de la Vega ¿Hacia dónde vas nuestro país?, "El Día", 8 de octubre 1968 Es necesario dejar
constancia de nuestro indignado asombro por esa noche de Tlatelolco que
presidieron la barbarie, el primitivismo, el odio y los más siniestros
impulsos. |
AL HOMBRE NO SE LE DOMA, SE LE EDUCA Cartel en la Facultad de Ciencias
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Junto a la vieja iglesia de Santiago Tlatelolco se reunió confiada una multitud que media hora más tarde yacería desangrandose frente a las puertas del Convento que jamás se abrieron para albergar a niños, hombres y mujeres aterrados por la lluvia de balas... |
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Dolores Verdugo de Solís madre de familia La sangre de mi hija se fue en los zapatos de todos los muchachos que corrían por la plaza. Miguel Salinas Lopez Un atleta italiano Raúl Álvarez Garín Jorge
Avilés R.
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ÉSTOS SON LOS AGITADORES: IGNORANCIA, HAMBRE Y MISERIA Manta en la Manifestación del Silencio, viernes 13 de septiembre de 1968
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José Carlos Becerra |
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